En total se utilizaron 149 ratas, de las que 75 murieron antes del tiempo inicialmente designado, con una mortalidad conjunta del 49.6%. No hubo mortalidad en el grupo control. De las 75 ratas muertas, 33 murieron en la primera semana, debido en la mayoría de los casos, a fallo quirúrgico; 18 murieron en el segundo mes y 24 en diferentes momentos a partir de ese momento. Aparte del fallo quirúrgico, la causa más frecuente de muerte fue neumonía y malnutrición asociada con importante pérdida de peso. Las restantes 74 ratas constituyen el grupo de estudio, con la siguiente distribución por mes de sacrificio: 11 de mes 1, 11 de mes 2, 8 de mes 3, 16 de mes 4, 11 de mes 5, 8 de mes 6, 5 de mes 7 y 4 de mes 8. Al grupo control pertenecían 19 ratas.
DESCRIPCION GENERAL RATAS CONTROL
Los controles nos sirven para describir el esófago normal de las ratas Wistar. Macroscópicamente, obtenemos laminillas semitransparentes con una longitud aproximada de 2,5 cm, una anchura de unos 4 mm y un espesor en torno a 1 mm
Fig_1. Histológicamente, están revestidas por un epitelio escamoso queratinizado, con interposición de capa granular, y 6 a 10 hileras celulares. Hay una ligera queratosis ortoqueratósica que adopta en superficie un aspecto en sierra. Por debajo del epitelio hay una capa muscularis mucosae incompleta, con interrupciones, constituida por fibras musculares lisas que separa la lámina propia de la submucosa
Fig_2. La capa muscular propia se organiza en dos estratos con fibras dispuestas en sentido longitudinal la más interna y transversal o circunferencial la externa. En toda la longitud del esófago, la capa muscular propia está constituida por fibras musculares estriadas. No hay glándulas submucosas.
CAMBIOS MACROSCÓPICOS DEL ESÓFAGO DE LAS RATAS CON REFLUJO
Antes de su apertura longitudinal, en todos los casos sometidos a anastomosis, el esófago está dilatado, al menos en sus tercio medio y distal. La pared está engrosada en los segmentos dilatados. La mucosa muestra cambios zonales longitudinales. En la superficie interna, y fundamentalmente en el tercio superior, hay pliegues longitudinales de la mucosa de aspecto escamoso entre mucosa erosionada o con erosiones o fisuras longitudinales dando a la mucosa cierto aspecto en empedrado
Fig_3. En otros casos, la mucosa del tercio superior no muestra alteraciones
Fig_4. En el tercio distal, o medio y distal, la mucosa está aplanada con una extensa ulceración
Fig_4. No se aprecia con nitidez la zona horizontal de la anastomosis. En ningún caso hay tumores visibles macroscópicamente, aunque los casos de adenocarcinoma, sobre todo del tipo mucinoso suelen desarrollarse en las muestras de pared más gruesa.
CAMBIOS MICROSCÓPICOS EN EL ESÓFAGO DE LAS RATAS CON REFLUJO
En algunos casos, y sin relación con el tiempo de evolución, el tercio superior del esófago, muestra un epitelio escamoso plano sin aparentes cambios, con 5 a 8 hileras celulares. En el resto de los casos, el tercio superior, a veces también el medio, está ocupado por un epitelio escamoso con
hiperplasia . La hiperplasia muestra diferentes aspectos, ya que en ocasiones hay una papilomatosis exofítica con escasa acantosis y queratinocitos que muestran una diferenciación y maduración en capas superponible a la del epitelio escamoso del esófago normal, y prominente hiperqueratosis. Este tipo de hiperplasia se da en los casos menos evolucionados y se sitúa a un nivel más alto
Fig_5. Por otro lado, hay un segundo tipo de hiperplasia más frecuente y extensa, de tipo endofítico o invertida, con una imagen de aspecto verrucoso
Fig_6, dada la presencia de papilas de longitud semejante, que se caracteriza por un mayor engrosamiento epidérmico y fundamentalmente está constituida por células basales, aunque no siempre, que están de esta manera hiperplasiadas, y ocupan la práctica totalidad del espesor del epitelio
Fig_6. La hiperplasia de células basales traduce el marcado proceso regenerativo que afecta al epitelio.
En el epitelio escamoso se forman una serie de
recesos quísticos o
quistes epiteliales de inclusión Fig_7 cuyo mecanismo de formación desconocemos. Consisten en cavidades revestidas por epitelio escamoso queratinizante, unos con notable participación de células basales como evidencia de su actividad replicativa, incluso desarrollándose hiperplasia epitelial con papilomatosis, mientras que en otros casos el epitelio es inactivo, muestra maduración y una unión con el estroma plana como posible signo de atrofia por compresión. Tienen tendencia a aumentar de tamaño y profundizar, ya sea por proliferación epitelial o por compresión del contenido, alcanzando la submucosa. Se sitúan fundamentalmente en la mitad inferior del esófago, y se han distinguido dos tipos debido a un posible mecanismo de formación distinto: los situados en relación y sin relación con la anastomosis. Pueden alcanzar gran tamaño incluso comprimiendo la capa muscular y, en ocasiones, se forman auténticos agregados de quistes que engruesan la pared del esófago, de tal manera que pueden ser el principal motivo del engrosamiento apreciado macroscópicamente. La hiperplasia escamosa también puede adoptar la imagen de la hiperplasia seudoepiteliomatosa
Fig_8.
El epitelio escamoso muestra amplias soluciones de continuidad, tanto
erosiones como
úlceras . Las primeras en la mitad superior del esófago y las segundas en el tercio inferior del esófago, próximo ya a la anastomosis con epitelio primitivo escamoso o metaplásico. En algunos casos, la práctica totalidad de la mucosa esofágica está ulcerada.
La
metaplasia intestinal se desarrolla fundamentalmente en relación con la anastomosis, es decir, en continuidad con el intestino
Fig_9, aunque hay un segundo tipo de metaplasia muy interesante situada alejada o no en continuidad con el intestino. En la localizada en continuidad del intestino, las células caliciformes y cilíndricas aparecen agrupadas o en continuidad unas con otras y con frecuencia mezcladas con islotes escamosos que persisten del epitelio primitivo de la zona
Fig_10.
En la metaplasia en continuidad con el intestino, las
glándulas o criptas son irregulares y se encuentran inmersas en una lámina propia con fibrosis y un infiltrado inflamatorio de grado variable, mezcladas con fibras musculares en ocasiones, y por todo ello hay una menor densidad glandular en las zonas de metaplasia respecto del intestino delgado posiblemente como fruto de la reepitelización sobre zonas ulceradas
Fig_11.
Se observan los dos tipos de metaplasia, enteroide y colónica, o completa e incompleta, respectivamente. A decir verdad, la metaplasia colónica en superficie está muy poco representada, ya que inmediatamente desarrolla el ribete en cepillo de la completa.
En la proximidad de la anastomosis el epitelio metaplásico parece desarrollarse como una extensión por contiguidad a partir del epitelio intestinal, al menos, el epitelio tiene sus mismas características, es decir, enteroide
Fig_9_y_10. En algunos casos hay un compartimento glandular de
tipo pilórico (metaplasia antral) situado profundamente al epitelio superficial, que podría interpretarse como metaplasia o Barrett de tipo yuncional o cardial.
En el epitelio metaplásico puede desarrollarse displasia, que se define por un aumento de la relación núcleo/citoplasmática, con núcleos irregulares, hipercromáticos, seudoestratificación nuclear. A la displasia nuclear se añade una displasia arquitectural
Fig_12.
A veces, el epitelio es indistinguible del que reviste el intestino delgado,
pero se valora como metaplásico dada la organización de la pared, en particular la capa muscular propia quedando de manifiesto que pertenece a esófago, entre otros detalles por la presencia de fibras estriadas, o se ha perdido la neta organización en dos capas de la muscular propia del intestino delgado
Fig_9 o la existencia de recesos escamosos en el estroma subyacente
Fig_9, aunque a veces se da la situación contraria de ver glándulas en el estroma cuando el revestimiento en superficie es escamoso. También se valora el epitelio como metaplásico, independiente de su longitud, cuando se observan islotes escamosos que se intercalan con el epitelio mucosecretor
Fig_10, quedando como restos del epitelio escamoso primitivo, por norma rodeados por metaplasia incompleta. Se valora como signo inequívoco de metaplasia dado que la zona se trata de una anastomosis con dos epitelios distintos escamoso y mucosecretor con una neta línea de delimitación de cada uno.
Un segundo cuadro de metaplasia intestinal de mayor interés incluso, es el que se desarrolla en segmentos del esófago alejados de la anastomosis o sin relación con ella. Este tipo de metaplasia se encuentra a modo de aisladas células mucosecretoras que en realidad ofrecen dudas con mucina extracelular
Fig_13, pero que, sin embargo, la evidente presencia en algunos focos de células agrupadas mucosecretoras confirma su naturaleza metaplásica
Fig_14. En ocasiones, se forman auténticos agregados glandulares en el epitelio escamoso, que coinciden con zonas de engrosamiento o proliferación del epitelio, ya sea en recesos escamosos o en papilas.
Fig_15. Como resultado en algunos casos, ya sea por metaplasia de un recesos escamoso o no, se forma una luz central revestida por epitelio mucosecretor, recordando una glándula.
En todos los casos con lesiones hay un notable infiltrado inflamatorio que afecta fundamentalmente lámina propia y submucosa, aunque también tiende a extenderse en menor grado por la capa muscular. Esta constituido por un infiltrado mixto en el que hay células redondas y leucocitos polimorfonucleares, con prominente y predominante participación de eosinófilos y mastocitos.
Se observan notables cambios en las arterias, con hipertrofia de la capa muscular media y consecuente adelgazamiento de la luz, junto a vacuolización del endotelio.
En el
adenocarcinoma se ven luces glandulares de tamaño dispar, de contornos irregulares, angulosas y con desproporción núcleo/citoplasmática, y a veces, confluencia glandular
Fig_16. Una gran proporción de los casos (69,56%, 32/46) son de tipo mucinoso, al menos en parte, en los que se observan lagos mucinosos parcialmente revestidos por epitelio glandular neoplásico o con fragmentos epiteliales neoplásicos inmersos en su espesor
Fig_17. En general, este último tipo muestra un mayor grado de agresividad ya que por lo general afecta a capas más profundas o incluso se haya próximo a estructuras vecinas como el hígado o se introduce por el vecino yeyuno. El adenocarcinoma por lo general no muestra mucha atipia nuclear
Fig_18 y el diagnóstico se hace según criterios arquitecturales y de infiltración. Todos los adenocarcinomas surgen de la vecindad de la anastomosis y están rodeados por epitelio columnar
Fig_17. El adenocarcinoma representa el 97,87% (46/47) de los tumores que se desarrollan.
El
Carcinoma adenoescamoso Fig_19 aparece como nidos infiltrantes con células atípicas, que muestran características escamosas y mucosecreción intra o extracelular, en el mismo nido o en nidos distintos.
El carcinoma adenoescamoso está situado próximo a la anastomosis, y representa el 2,12% (1/47) de los tumores.
El carcinoma adenoescamoso se encuentra acompañado de displasia escamosa, hiperplasia de células basales y engrosamiento regenerativo.
Se han encontrado otros hallazgos como la presencia de células de amplio citoplasma espumoso, redondeadas, de núcleo central que parecen células de depósito y se interpretan como macrófagos espumosos o mucífagos. Estas células se encuentran en la base de las úlceras, aunque también están situadas en zonas de esófago sin perdida del revestimiento epitelial, aunque no se puede asegurar que estén próximas a ulceraciones. En este último caso parecen encontrarse en relación con metaplasia mucosecretora. También se han encontrado en un absceso con necrosis y en relación con adenocarcinoma.
Hay cambios de tipo reparativo como fibrosis y tejido de granulación, fundamentalmente en relación con el lecho ulceroso, aunque también se forma reacción granulomatosa gigantocelular de tipo a cuerpo extraño frente a los hilos de sutura en la zona de la anastomosis, así como también frente a escamas y restos alimenticios, muy abundantes en algunos casos. Se forman abscesos o agregados de leucocitos polimorfonucleares, ocupando la luz de los recesos quísticos, así como en relación con los puntos de sutura o en focos necróticos.
EVOLUCIÓN DE LOS CAMBIOS CON EL TIEMPO EN RATAS CON REFLUJO Hay una serie de alteraciones que se instalan desde el primer mes como son la inflamación, hiperplasia de células basales, hiperqueratosis, etc.
La presencia de
úlceras también es un fenómeno constante y precoz, presente en todos los casos desde el primer mes, cuya longitud sufre escasas modificaciones con el tiempo de evolución que se explican por el puro azar. La
Fig_20 representa la media de porcentaje de mucosa esofágica estimada.
En cuanto a la
hiperplasia del epitelio escamoso, se ha considerado reflejada para el estudio comparativo según criterios objetivos como son la presencia de recesos quísticos escamosos, fundamentalmente los alejados de la anastomosis y submucosos, y la hiperplasia seudoepiteliomatosa. Según estos criterios, observamos una ligera tendencia al aumento de la frecuencia de recesos escamosos con el paso del tiempo, constatando según se refleja en la gráfica un brusco inicio de los mismos a partir del segundo mes
Fig_21. La hiperplasia seudoepiteliomatosa muestra un aumento mucho más progresivo con el tiempo, alcanzando el 100% de los casos al final de estudio
Fig_22.
Para eliminar toda posible subjetividad en la clasificación, no se han separado las ratas por la presencia o no de esófago de Barrett determinando una extensión mínima, y a cambio de esto se ha medido la longitud de la
metaplasia intestinal, encontrando como crece progresivamente con el tiempo de evolución, comenzando en una longitud media del primer mes de 1,61 mm, hasta una media de 6,75 cm en las ratas del octavo mes
Fig_23. En cuanto a las características de esta metaplasia, se objetiva una tendencia a la
maduración con presencia de cada vez más casos de metaplasia mixta o enteroide, en detrimento de la metaplasia colónica
Fig_24. También el grado de
displasia muestra un sutil incremento con la evolución
Fig_25. Un tipo específico de metaplasia, la antral o pilórica, sufre, así mismo, un progresivo aumento en su frecuencia, con un inicio relativamente más tardío a partir de tercer mes de evolución
Fig_26.
La
metaplasia intestinal alejada de la anastomosis globalmente considerada se establece tan precoz como el primer mes (9,09%), aunque de manera generalizada a partir del segundo y con escasas modificaciones a partir de entonces, es decir, no se constata un aumento que sea progresivo
Fig_27. La evolución de este cuadro a confluencia de células metaplásicas muestra una tendencia similar, lógicamente con un inicio algo posterior, es decir, comienza a partir del tercer mes, con escasas modificaciones en el tiempo desde entonces, eso sí, alcanzando cifras de incidencia inferiores a la metaplasia alejada globalmente considerada, ya que en ningún mes supera el 50%
Fig_28.
En cuanto a la frecuencia de
adenocarcinoma, se observa un incremento constante durante los tres primeros meses, para estabilizarse a partir de entonces, con escasas oscilaciones
Fig_29. En la gráfica de frecuencias acumuladas observamos este fenómeno con mayor claridad
Fig_30.
La frecuencia global de
neoplasias, es decir, el adenocarcinoma al que hay que añadir el carcinoma adenoescamoso, ya que no se ha encontrado ningún caso de carcinoma escamoso, sufre escasas modificaciones frente a la del adenocarcinoma debido a la baja frecuencia del adenoescamoso. Refleja un súbito incremento hasta el tercer mes de evolución, donde hay un máximo de incidencia ya que todos los casos son neoplásicos
Fig_31, mientras que la gráfica de frecuencias acumuladas muestra un aumento continuo mucho más acelerado en los primeros meses pero sin dejar de aumentar, lo que sugiere que el carcinoma adenoescamoso surge con un periodo de latencia superior al adenocarcinoma
Fig_32.