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Paciente varón de 30 años de edad, con SIDA en estadío C3 en fracaso virológico persistente y con niveles de CD4 de 0, que ingresa en la Unidad de Cuidados Intensivos procedente de Observación por disnea, síndrome febril, tos, dolor torácico de tipo pleurítico, expectoración verdosa y empeoramiento de su estado general. No señala clínica digestiva alguna.
Como antecedentes personales cabe destacar tuberculosis pulmonar, neumonía por
Pneumocystis Carinii, bronquiectasias colonizadas por Pseudomonas, hipertensión pulmonar primaria por VIH, esofagitis candidiásica, esofagitis por CMV, hepatitis crónica por virus C y criptosporidiasis intestinal, esta última diagnosticada por biopsia colónica cuatro meses antes y siendo negativos los coprocultivos cinco meses antes. No tiene antecedentes de haberse realizado una ERCP previa.
A la exploración el paciente se encuentra consciente, orientado, taquipneico, anictérico y en un estado de desnutrición importante. Se objetiva una temperatura de 37.7ºC. A la auscultación, destaca una abolición del murmullo vesicular en base pulmonar izquierda con crepitantes. Se encuentra una hepatomegalia difusa de dos traveses de dedo que a la palpación es dolorosa.
La analítica revela una hipoxemia grave con hipercapnia y acidosis, anemia normocítica-normocrómica, linfopenia y neutropenia. La fosfatasa alcalina se encuentra elevada, así como la GGT y la colinesterasa. La bilirrubina se encuentra dentro de la normalidad. En la radiografía de tórax se encuentra un infiltrado difuso en lóbulo superior izquierdo. La radiografía simple de abdomen es normal. Los estudios microbiológicos son positivos para
Aspergillus y Pseudomonas en esputo. No se toman muestras para coprocultivo ni urocultivo.
Durante el ingreso presenta un deterioro progresivo con un aumento de la disnea y estado séptico. Debido al estado terminal del paciente no se realizan medidas terapéuticas agresivas, falleciendo a los cuatro días de su ingreso. El estudio necrópsico se realiza cuatro horas después del fallecimiento.
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