IV CONGRESO VIRTUAL HISPANO AMERICANO DE ANATOMÍA PATOLÓGICAIV-CVHAP

CONTENIDO

 

width=5 Abstracts

 

 

PACIENTE CON FÍSTULA COLECISTOENTÉRICA ASINTOMÁTICA CON EVOLUCIÓN A SEPSIS FULMINANTE.

Azúa-Romeo J., Grasa J.M. ,  Milagro A., del Valle E.,  Tovar M.T..

Servicios de Anatomía Patológica, Hematología y Hemoterapi
a, Microbiología y Parasitología, del Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza.  Atención Primaria, Centro de Salud Gayarre
, Tudela. España.

IV-CVHAP 2001 PÓSTER-E - 002

Fecha recepción: 4/11/2000
Fecha evaluación: 8/11/2000
Fecha publicación: 25/11/2000

width=5 PDF
width=5 Comentarios
width=5 Título
width=5 Resumen
width=5 Introducción
width=5 Caso Clínico
width=5 Discusión
width=5 Conclusiones
width=5 Referencias
width=5 Imágenes 

RESUMEN


   Mujer de 68 años diabética tipo II, que presenta dolor abdominal súbito, vómitos, y orina  de coloración oscura. El resto de la exploración no aporta datos de interés salvo tinte anaranjado de piel y mucosas. Las pruebas de imagen evidencian aerobilia y colédoco dilatado.

   Los resultados de laboratorio ponen de manifiesto una masiva hemólisis intravascular.

   La paciente falleció a las 7 horas de su ingreso, autorizando la familia la práctica de autopsia con limitación de S Sistema Nervioso Central. En el cultivo de tejido hepático, se aislaron cepas de Enterococcus spp., Citrobacter diversus, y Clostridium tertium, sin poder demostrar la presencia de otro anaerobio de mayor patogenicidad, capaz de causar este cuadro.

   La autopsia reveló un intenso síndrome adherencial, en la zona de una comunicación bilio-digestiva (entre cístico y colon transverso), con intensa lisis de órganos parenquimatosos, acompañada de bullosis generalizada, y abundante cantidad de gas intraabdominal de olor pútrido, así como numerosos cálculos en vía biliar, estando el de mayor tamaño (1,2 cm) enclavado en el colédoco. La vesícula biliar se encontraba totalmente colapsada.

Palabras clave: autopsia | fístula colecistoentérica | septicemia | hemólisis | Clostridium tertium
   

INTRODUCCIÓN


   Se trata de una paciente de raza blanca, obesa, de 68 años diabética tipo II, que presenta dolor abdominal súbito, vómitos, y orina  de coloración oscura. Las pruebas de imagen sospechan la presencia de una comunicación entre vías biliares e intestino, mientras que los resultados de laboratorio ponen de manifiesto una severa hemólisis intravascular, que se traduce por una coloración anaranjada de piel y mucosas. Tras un rápido empeoramiento del estado clínico la paciente fallece, autorizando la familia tanto la extracción de muestras hepáticas para cultivo, como la práctica de autopsia limitada, que identifica una fístula colecistoentérica verdadera. El  Servicio de Microbiología informa del aislamiento de Clostridium tertium como único microorganismo anaerobio.

   Así pues, el interés de este caso tiene dos vertientes, la clínica por la hemólisis aparentemente provocada por C. tertium, anaerobio de escaso poder patógeno según la bibliografía, y la presencia de una verdadera comunicación bilio-digestiva de larga evolución que se ha mantenido asintomática hasta el momento del ingreso, y que precipitó el fatal desenlace, que probablemente se habría evitado si hubiéramos podido detectar dicha comunicación con anterioridad.
   

CASO CLÍNICO


  Caso clínico: Mujer de 68 años de edad que es admitida en el Servicio de Urgencias de nuestro hospital por dolor en epigastrio irradiado a ambos hipocondrios con inicio el día anterior. Presenta obesidad y  antecedentes de HTA y Diabetes Mellitus tipo II. Refiere desde la mañana vómitos de escasa cuantía  así como coloración cutáneo-mucosa amarillenta, adquiriendo en las últimas horas un tinte anaranjado. El ritmo deposicional de los últimos días es normal, siendo la última defecación poco antes del ingreso con heces sin particularidades. La orina es de coloración oscura, sin presentar polaquiuria ni disuria, ni fiebre o escalofríos.

  En la exploración física destaca abdomen blando y depresible sin masas ni organomegalias y doloroso a la palpación sobre hipocondrio derecho y epigastrio. Temperatura axilar de 36,8 ºC, con una tensión arterial de 140/100.

  Las muestras de sangre llegaron a los laboratorios completamente hemolizadas, observándose una discordancia entre la cifra  de hemoglobina  y el valor hematocrito (tabla 1), lo que sugiere hemólisis intravascular.

ESTUDIO HEMATOLÓGICO

BIOQUÍMICA

 

Hemoglobina: 80 g/l

Urea: 65 mg/dl

 

Hematíes: 1,01x109/l

Glucosa: 451 mg/dl

 

Hematocrito: 9,7%

LDH: 5400 UI

 

Leucocitos: 15,58x 109/l

Sodio: 130 meq/l

 

Fórmula leucocitaria:

-        Segmentados: 64%
-        Cayados: 19%
-        Metamielcitos: 7%
-        Monocitos: 4%
-        Linfocitos: 6%

Potasio: 4,6 meq/l

Cloro: 97 meq/l

pH sanguíneo: 7,23

 

 

Plaquetas:
-        Contaje automatizado: 1056x109/l
-        Contaje manual: 300x109/l

Plasma incoagulable en las pruebas de Tiempo de Cefalina y Tiempo de Quick.

 

Tabla 1

  Las pruebas de imagen practicadas, incluyendo radiografía simple de tórax y abdomen, ecografía y TAC hepático, evidencian moteado de gas en hipocondrio derecho, junto con formaciones aéreas en lóbulo hepático derecho, aerobilia, colédoco dilatado con contenido ecogénico compatible con litiasis, y vesícula biliar colapsada. La tomografía axial computadorizada confirma la sospecha de absceso hepático, estando un amplio segmento del lóbulo derecho sustituido por gas.

  A pesar de iniciar tratamiento sustitutivo con concentrado de hematíes, hiperhidratación, alcalinización y administración de insulina, la paciente falleció a las siete horas de su ingreso.

  Con autorización de la familia se extrajeron muestras mediante punción del lóbulo hepático derecho -como postularon O´Toole et al. (1) hace más de 30 años- para cultivo aerobio y anaerobio, y se solicitó  estudio necrópsico, que fue autorizado con limitación de Sistema Nervioso Central.

  Hallazgos de la autopsia: Se realiza autopsia limitada, siguiendo la técnica de necropsia descrita por R.Baker (2), abriendo en primer lugar la cavidad de mayor interés, en este caso la abdominal y posteriormente la torácica. 

  El examen externo revela el cuerpo de una mujer blanca, obesa, de edad avanzada, con tinte anaranjado de piel y mucosas, abdomen hiperdistendido, a tensión, y edema generalizado en cara y extremidades.

  Al practicar incisión en pared abdominal superior se produce la salida de contenido gaseoso de olor pútrido, disminuyendo visiblemente el perímetro abdominal, exponiendo un panículo adiposo grueso con la misma coloración que la descrita en la piel. A la apertura de la cavidad abdominal destaca un síndrome adherencial fibroso entre el colon transverso y el lóbulo hepático derecho, que además presenta un aspecto necrótico, y áreas de apariencia neumatizada. En la flexura hepática del colon se objetiva una perforación de 8x8 mm (fig. 1), que penetra más de 2 cm en el parénquima hepático a través de un  conducto cístico muy artefactado por la propia naturaleza del proceso, configurando una auténtica fístula colecistoentérica, con presencia de intensa fibrosis y estenosis de las estructuras relacionadas, indicando una larga evolución.

  La zona anatómica correspondiente a la vesícula biliar se encuentra ocupada por un material necrótico y macerado, dando lugar a una vesícula completamente colapsada.

  Al disecar la vía biliar principal, se objetivan múltiples cálculos de pequeño tamaño, con impactación en  la ampolla de Vater de un cálculo de 1,2 cm de diámetro mayor dilatando la porción previa del colédoco.

  El resto de las vísceras y tejidos presentan diferentes grados de necrosis. El páncreas aparece necrohemorrágico, impresionando de pancreatitis aguda, a la espera de confirmarse histológicamente.

  Un hallazgo macroscópico prácticamente diagnóstico por sí mismo es la presencia de una bullosis generalizada, con afectación de todos los órganos parenquimatosos, constituida por bullas de muy diversos tamaños, desde menos de 1mm hasta 0,5 cm., con especial incidencia en pulmón, proporcionando una impresión diagnóstica de septicemia por anaerobios.

  También debemos destacar el aumento en la fluidez de la sangre, con ausencia de la característica coagulación post-mortem, hecho que concuerda con la historia clínica de hemólisis intravascular masiva.

  Hallazgos microscópicos: Se realizan cortes representativos de todos los órganos y vísceras, incluyéndolos en formol 10% y procesándolos de manera rutinaria, siendo teñidas las preparaciones con hematoxilina –eosina.

  Los cortes correspondientes a  la zona de la fístula confirman la impresión  macroscópica observándose la transición entre el epitelio digestivo colonico y el biliar (fig.2), aunque el avanzado estado necrótico y fibrótico hace realmente difícil asegurar que se trate del conducto cístico, teniendo que integrar los hallazgos macro y microscópicos para obtener un diagnóstico adecuado.

  Del mismo modo se confirma el diagnóstico macroscópico de infección por anerobios, observándose múltiples masa bacilares, compuestas por bacilos gruesos, de mayor longitud que los microorganismos anaerobios habituales, los cuales forman conglomerados abigarrados, con aspecto filiforme, recordando en ocasiones la imagen producida por acúmulos  micóticos (fig.3). Las tinciones de PAS y Plata-metenamina, ratifican la etiología no micótica de estas agrupaciones, al resultar ambas  claramente negativas. Las bullas apreciadas en la autopsia tienen su traducción microscópica  en todos los órganos parenquimatosos estudiados, encontrándose intercaladas con verdaderos abscesos bacilíferos, provocando un aspecto enfisematoso de vísceras y tejidos tan dispares como miocardio o anejos (fig.4 y fig.5).

  La lisis y necrosis están presentes de manera constante, pero se hace más evidente en el páncreas, donde la necrosis y la hemorragia sugieren la existencia de una pancreatitis aguda previa a la instauración de la sepsis, aunque es difícilmente valorable por el artefacto producido por la autolisis generalizada.

  Hallazgos microbiológicos: Tras realizar tinción de Gram se observaron abundantes bacilos gram-positivos cortos y gruesos, cocos gram-positivos y bacilos gram-negativos (fig.6). La muestra fue cultivada en aerobiosis y anaerobiosis. En el cultivo aeróbico se obtuvo a las 24 horas crecimiento abundante de flora polimicrobiana compuesta por Enterococcus spp. (identificado por pruebas Biogras R convencionales), Citrobacter diversus (sistema Api E BioMerièux R). En el cultivo anaeróbico se observaron a las 48 horas del sembrado colonias grandes extendidas, con un delgado velo, formadas por bacilos gram-positivos. Se identificó el microorganismo como Clostridium tertium biotipo 47304023 por el sistema Api A BioMerièux R, a pesar de una intensa búsqueda por el Servicio de Microbiología no se aislaron otros bacilos anaerobios, como el C. perfringens, que tuvieran una demostrada patogenicidad capaz de desarrollar éste cuadro.
   

IMÁGENES DEL CASO 

Figura 3: Páncreas totalmente invadido por masas bacilares; a la izquierda se observa a 20 aumentos, mientras que el campo de la derecha esta realizado con 40 aumentos, para comprobar mejor esas agrupaciones. HEx20, HEx40.

Fig. 3 

Figura 4: Impresionante fotografía del corazón a 1,25 aumentos en la izquierda y a 20 en la derecha, apreciándose la bullosis y los acúmulos de bacilos. HEx1,25, HEx20

Fig. 4  

Figura 5: En la parte izquierda tenemos una visión panorámica del hígado, y a la derecha una aproximación del tiroides. Hex1,25, HEx20.

Fig. 5

Figura 6: Bacilos Gram positivos, que tras el cultivo microbiológico resultaron ser Clostridium tertium.

Fig. 6

  Figura 1: Imagen macroscópica del lóbulo derecho hepático con el colon transverso adherido y la comunicación claramente visible.
 Figura. 1 

Figura 2: Aspecto microscópico de la fístula donde se observa una zona de fibrosis (área naranja), epitelio digestivo (flecha azul), y epitelio biliar (flecha roja). HE x 1,25. 
Figura. 2 

DISCUSIÓN


  La fístula colecistoentérica se produce por perforación de la vesícula biliar a un órgano adyacente, tratándose habitualmente del duodeno o ángulo hepático del colon (3, 4). Se presenta en el contexto de una colecistitis aguda, siendo frecuente que al descomprimirse la vesícula ceda el dolor agudo, y si no existen complicaciones concomitantes suele evolucionar favorablemente. El diagnóstico se sospecha ante la presencia de aire en las vías biliares en RX de abdomen, pudiendo observarse la fístula en el estudio con papilla de bario (5). El tratamiento de elección en el caso de fístula colecistoduodenal será quirúrgico, siempre que la vesícula sea permeable, dado el riesgo de colangitis y diarreas por acción directa de los ácidos biliares en colon (6,7,8).

   Una de las complicaciones relativamente frecuentes de éste tipo de comunicaciones es el íleo biliar, que aparece habitualmente sin antecedentes de colecistitis aguda (como en el caso que nos ocupa), ocasionado por un cálculo de talla mayor de 2 cm, que ha erosionado el fondo de la vesícula hasta penetrar en duodeno o colon (9). Es más frecuente en mujeres mayores de 70 años, y debe descartarse ante la presencia de aerobilia, siempre que no haya antecedentes de cirugía abdominal previa o hernias externas. La mortalidad de este cuadro es elevada, en parte por el grupo poblacional al que afecta, y por la dilación en el diagnóstico, ya que cursa con síntomas de oclusión intestinal intermitente (10).

  Los cálculos biliares también pueden pasar a la vía biliar principal, donde su enclavamiento da lugar a diferentes complicaciones, como son la colangitis con formación de abscesos hepáticos y la pancreatitis aguda por impactación de cálculos de gran tamaño en la ampolla de Vater, a pesar de que esto es relativamente extraño, pues el cálculo suele migrar produciendo la clínica en el contexto de esa migración.

  Por último una forma poco frecuente de colecistitis aguda es la colecistitis enfisematosa, que afecta hasta en un 30% de los casos a pacientes diabéticos, evidenciando  la radiografía de abdomen gas de etiología bacteriana en vesícula y tejidos adyacentes. Los agentes responsables más habituales son bacterias del género Clostridium, y menos frecuentemente E. coli y Estreptococus.

  Respecto a los hallazgos autópsicos, confirman la presencia de casi todas las complicaciones descritas: ictericia, pancreatitis, colangitis, fístula biliodigestiva, probable colecistitis enfisematosa -imposible de certificar dada la intensa necrosis de la vesícula biliar-, neumatización hepática, y la terrible septicemia anaerobia generalizada con bullosis de todos los órganos parenquimatosos.

  El hecho de que la paciente fuera diabética  habla a favor de una colelitiasis asintomática, que haya evolucionado paulatinamente hasta la perforación, proporcionando el camino para una diseminación bacteriana desde colon y a través de vía portal a todo el organismo. La clínica de malestar epigástrico podría estar motivada por un íleo biliar, a pesar de que esto no se ha podido demostrar por no encontrar cálculos a nivel intestinal.  El tinte anaranjado se debe a la hemólisis intravascular junto con la ictericia colestásica.

  En nuestro caso, el primer signo de alarma surge en la discrepancia entre la cifra de hemoglobina y la de hematocrito, puesto que en una hemólisis masiva, la hemoglobina puede permanecer en niveles cercanos a la normalidad, ya que se estaría midiendo la hemoglobina real más la hemoglobina libre in vivo derivada de la hemólisis, mientras que el hematocrito puede estar claramente descendido, del mismo modo debemos destacar la discordancia entre el contaje automatizado de plaquetas y el manual, ya que el autoanalizador cuenta como plaquetas fragmentos de membranas eritrocitarias.

  Podemos decir que la causa de la hemólisis se enmarca en el contexto de la sepsis por Clostridium, según el informe del Servicio de Microbiología, en concreto el microorganismo aislado ha sido el C. tertium, sin haber podido demostrar la presencia de otros tipos de Clostridium, como hubiera sido esperable, ya que revisando la literatura médica, se han publicado 20 casos de hemólisis masiva asociada a infección por Clostridium perfringens (11-20), pero no hay ninguna cita bibliográfica acerca de hemólisis asociada a C. tertium que, sin embargo, se ha encontrado en pacientes con septicemias de consecuencias menos severas y otras lesiones menos graves, casi siempre en el contexto de inmunosupresión (21-24), aunque a pesar de ello su significado patogénico permanece incierto. El cuadro hemolítico está descrito relacionado con infecciones por C. perfringens en pacientes con factores predisponentes como neoplasias (25,26),diabéticos o tras cirugía abdominal (27). El exitus sobreviene hacia las 6 horas de iniciarse el cuadro, y sólo hay registrados dos casos de supervivencia (28, 29).
     

CONCLUSIÓN
 
   En conclusión, estamos ante una paciente con una enfermedad de base –diabetes mellitus- que tras presentar una complicación frecuente y relativamente leve –colelitiasis más colecistitis-, desarrolla una nueva complicación secundaria mucho más rara –fístula colecistoentérica-, que deriva en una siembra masiva de anaerobios por todo el organismo, identificados como Clostridium tertium no creciendo ningún otro germen en los cultivos anaerobios. Como consecuencia final de la septicemia se produce una hemólisis intravascular severa que resulta la causa última de la muerte.
   

NOTAS AL PIE DE PÁGINA

   Correspondencia: Azúa-Romeo J. Servicios de Anatomía Patológica del Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza. mailto:jazua@posta.unizar.es
   

REFERENCIAS


1. O´Toole WF, Saxena HMK, Golden A, Ritts RE. Studies of mostportem microbiology using sterile autopsy technique. Arch Path. 1965; 80:540-547.

2. Baker R. Técnicas de necropsia. Ed. Interamericana, S.A. 1969. Cp. 2, 13-18

3. Fimmano A, Rondinone G, Miglio R, Masone S,Balsamo A, Tesauro B. Rare complications of biliary sepsis. G-Chir. 1998;  19: 96-102

4. Hakim M, Boyd R, Stricoff R, Shaftan G, Saxe A. Cholecystograstocolonic fistula with intrahepatic abscess: a rare complication of biliary stone disease. Am-Surg. 1997; 63: 472-4

5. Oikarinen H, Paivansalo M, Tikkakoski T, Saarela A. Radiological findings in biliary fistula and gallstone ileus. Acta-Radiol. 1996; 37: 917-22

6. Andronescu P, Miron A, Andronescu C, Seicaru T, Grÿadinaru V. The therapeutic options in biliary ileus. Chirurgia. 1996; 45(5): 235-8

7. Adorni A, Capocasale E, Livrini M. Criteria for a rational choice of treatment in biliary ileus. The authors´ personal experience. Minerva Chir 1991; 46: 1033-7.

8. Stagnitti F, Mongardini M, Schillaci F, Dall´Olio D, De-Pascalis M, Natalini E. Spontaneous biliodigestive fistulae. The clinical considerations, surgical treatment and complications. G-Chir. 2000;21:110-7

9. Khaira-HS, Thomas-DR. Gallstone emesis and ileus caused by common hepatic duct-duodenal fistula. Br-J-Surg. 1994; 81: 723.

10. Cacopardo E, Nobili P, Corti GL, Giani L. Spontaneus bilio-digestive fistulas of lithiasis origin: our experience. G Chir 1996; 17: 32-7.

11. Chaplin H, Glazer H, Hockett R, Krewson L, Murphy K. Abdominal pain, total intravascular hemolysis and death in 53-year-old woman. Am J Med 1990; 88: 667-74.

12. Hübl W, Mostbeck B, Hartleb H, Pointner H, Kofler K, Bayer PM. Investigation of the pathogenesis of massive hemolysis in a case of Clostridium perfringens septicemia. Ann Hematol 1993; 67: 145-7.

13. Pun K, Wehner J. Abdominal pain and massive intravascular hemolysis in a 47-year-old man. Chest 1996; 110: 1353-5.

14. Ifthikaruddin J, Holmes J. Clostridium perfringens septicaemia and massive intravascular haemolysis as a terminal complication of autologus bone marrow transplant. Clin Lab Haemat 1992; 14: 159-61.

15. Jones T, O´Sullivan D, Smillack J. A 66- year-old woman with fever and hemolysis. Mayo Clin Proc 1996; 71:1007-10

16. Gutierrez A, Florencio R, Ezpeleta C, Cisterna R, Martínez M. Fatal intravascular hemolysis in a patient with Clostridium perfringens septicemia. Clin Infect Dis 1995; 20: 1064-5.

17. Rogstad B, Ritland S, Lunde S, Hagen A. Clostridium perfringens septicemia with massive hemolysis. Infection 1993; 21: 60-2

18. Alvarez A, Rives S, Nomdedeu B, Pereira A. Massive hemolysis in Clostridium perfringens infection. Haematologica. Haematologica. 1999; 84: 571-3

19. Lantelme P, Mohammedi I, Duperret S, Vedrinne JM, Allaouchiche B, Motin J. Clostridium perfringens septicemia associated with foodborne toxic infection and abortion. Ann-FR-Anesth-Reanim. 1995; 14: 359-61.

20. Singh-AD, Volk-SA, Kargar-A. Hemolysis induced by Clostridium perfringens. Clin-Infect-Dis. 1996; 22: 221, 361.

21. Kourtis AP, Weiner R, Belson K, Richards FO. Clostridium tertium meningitis as the presenting sign of a meningocele in a twelve-years-old child. Pediatr-Infect-Dis-J. 1997; 16: 527-9

22. Gosbell IB, Johnson CG, Newton PJ, Jelfs J. Clostridium tertium bacteriemia: 2 cases and review. Pathology. 1996; 28: 70-3

23. Gredlein CM, Silverman ML, Downey MS. Polymicrobial septic arthritis due to Clostridium species: case report and review. Clin-Infect-Dis. 2000; 30: 590-4.

24. Steyaert S, Peleman R, Vaneechoutte M, De-Baere T, Claeys G, Verschraegen G. Septicemia in neutropenic patients infected with Clostridium tertium resistant to cefepime and other expanded-spectrum cephalosporins. J- Clin-Microbiol. 1999; 37:3778-9

25. Singer A, Migdal P, Oken J, Chale S, Moll U. Clostridium perfringens septicemia with massive hemolysis in a patient with Hodgkin´s lymphoma. Am J Emerg Med 1997; 15: 152-4.

26. Strobel E, Nathrath M, Peters J, Abele-Horn M, Wullenweber J. Acute intravasal hemolysis in Clostridium perfringens sepsis. Differential diagnosis of  hemolytic episodes. DTsch-Med-Wochenschr. 1994; 119: 375-9.

27. Bush G, Clements R, Phillips M, Kent R. Clostridium perfringens sepsis with intravascular hemolysis following laparoscopic cholecystectomy: a newly reported complication. Am Surg 1996; 62:326-7

28. Batge B, Filejski W, Kurowski V, Klüter H, Djonlagic H. Clostridial sepsis with massive intravascular hemolysis: rapid diagnosis and succesful treatment. Intensive Care Med 1992; 18: 488-90.

29. Teach SJ, Priebe CJ, Guerina NG. Survival following congenital clostridial sepsis in a premature newborn. Clin-Pediatr-Phila. 1994; 33: 746-8.